Nota de opinión de la diputada Lorena Matzen en Clarín

Desde que la Organización Mundial de la Salud calificó al COVID19/Coronavirus como pandemia, y advirtió que estábamos frente a una enfermedad que se extendería en varios países del mundo de manera simultánea, llamando a cada Estado a tomar los recaudos necesarios tomando medidas urgentes y agresivas a los fines de disminuir la velocidad de expansión, la actividad vinculada al Turismo y todos su actores entendieron que estarían frente a una crisis de magnitudes desconocidas.

Aún hoy perdura la incertidumbre, el efecto global no deseado se produjo y el mundo entero cuenta por millones los contagiados y fallecimientos, producto del COVID19.

El turismo, que se ha caracterizado en las últimas décadas tal vez como nunca antes, por particularidades de movilidad social y altísima conectividad, sufre como ninguna otra actividad económica la consecuencia de la situación sanitaria y, peor aún, no sabe con certeza cómo será el retorno y ni siquiera si se podrá volver a modalidades que se verán superadas por una reacción social, podemos decir a esta altura, a las “viejas” costumbres humanas frente a los “nuevos” hábitos de conducta social.

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