Debemos construir la esperanza
Hay momentos en la vida de las sociedades en los cuales la esperanza parece una ingenuidad o una fantasía. La acumulación de dificultades, las tensiones largamente irresueltas, el dialogo roto, la desconfianza en las instituciones; todo se acumula para conformar un escenario en el que el escepticismo se disfraza de responsabilidad.
Por supuesto, que la pandemia no da lugar en Argentina (y en ningún lugar) para caer en el optimismo frívolo.
En casi todo Occidente estamos asediados por grupos anticientíficos, por fanáticos excluyentes, por líderes altisonantes pero superficiales, por aparatos políticos burocratizados, por elites decadentes o corrompidas, por movimientos sociales reaccionarios, e incluso por cierta corrección política que recorta la creatividad a título de una supuesta superioridad moral.
Nota de opinión de Fabio Quetglas en La Nación