Necesitamos un pacto ético
La pandemia pasará, y otra vez será la ciencia la superheroína. A su paso habrá desnudado un modelo estatal opaco e ineficiente. Contrariando la expectativa “el Estado es el que te salva”, las dificultades han mostrado que, pese al esfuerzo de los agentes públicos, tenemos un Estado corroído.
A la luz de las movilizaciones continentales y del tono del debate en Europa y Estados Unidos, no estamos solos en la insatisfacción. Se refuerza la percepción de que “la política” entorpece lo que podría funcionar mejor. La desconfianza de las burocracias tiene múltiples rostros, no solo las sospechas sobre su ineficiencia o corrupción, sino que los Estados padecen una acusación sorda que crece entre los jóvenes “nativos digitales”, una sensación de estar fuera de tiempo en sus prioridades y formas de gestionarlas.
Nota de opinión de Fabio Quetglas en La Nación